como lo sabemos, la integración no se lleva a cabo con el concurso de naciones libres y armoniosas que expresan deseos de hermandad y unión. Por muchos factores ya conocidos, es una especie de jungla donde se atan y desatan los más sórdidos arreglos entre unos y otros países  

El anunciado “anillo energético” sudamericano, promovido por Chile, Argentina y Brasil en la última reunión de MERCOSUR, es una estrategia alterna de abastecimiento de gas natural ante los conflictos sociopolíticos en Bolivia y su inestabilidad en el suministro de gas a la región. Después de exportar gas a la Argentina por 20 años (1972-1992), Bolivia reinició el suministro de gas natural a esta nación a partir de los arreglos de octubre de 2004 por el entonces presidente Mesa. Bolivia se comprometió a exportar 700 millones de pies cúbicos por día por 20 años empezando en 2007, a través de un gasoducto a construirse en el noreste Argentino. Este acuerdo está pendiente a la aplicación de la nueva Ley de Hidrocarburos en Bolivia y, por ende,  a la estabilidad institucional boliviana. La Argentina, otrora exportadora de gas, hoy atraviesa por una crisis energética. Chile, país poco dotado de hidrocarburos, depende de importaciones de gas desde la Argentina, hoy comprometidas ante la crisis energética de su vecino país. Brasil es el mercado de exportación más importante para Bolivia. En el presente existe un contrato de 20 años entre Petrobras y YPFB cuya capacidad Bolivia puede cumplir y rebasar. Brasil ha sido lento en absorber los volúmenes acordados por lo que el ex-presidente Mesa rebajó los precios de unidad a fin de permitir a Petrobras poder cumplir con los incrementos requeridos en el nivel de consumo. El gobierno brasileño espera duplicar su volumen de importación de gas boliviano para 2010, sobretodo cuando se concluya la red interna de gasoductos en ese país. Por otra parte, a partir de los conflictos bolivianos de medianos de 2005, se evidenció la posibilidad de un corte de gas colosal, que puso a riesgo el suministro de energía a la metrópolis de Sao Paulo. De acuerdo a Oil & Gas Journal (OGJ, 13/6/2005, una importante publicación del rubro) el Ministerio de Energía brasileño a iniciado un programa de reducción de la dependencia del gas boliviano. Brasil importa 24 millones de m3 de gas al día en un contrato válido hasta 2019, siendo este monto alrededor del 50 % del consumo de gas en el Brasil, con un 75% dedicado a  Sao Paulo. Sin embargo, expertos estiman que Brasil será cada vez más dependiente del gas boliviano a menos que cambie el ritmo de su industrialización, corte el uso de gas como combustible en sus refinerías, cierre 10 platas termoeléctricas que generan 4.2% de la electricidad en Brasil, corte la venta de gas como combustible para el transporte, e importe gas a mayor costo de otras regiones, además de desarrollar las propias.  

En Bolivia, el anuncio del “anillo energético” se convirtió rápidamente en una especie de “embrollo frenético” de desconfianza y conflicto en la prensa, en la cancillería y en Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB.) Esta alarma fue aplacada por expertos nacionales e internacionales que negaron la posibilidad de que Bolivia deje de ser el potencial “eje energético” en cualquier plan de integración sudamericana a corto o mediano plazo. Días después, podemos colegir que las autoridades bolivianas y ciertos órganos de prensa nacional o son ignorantes en la materia, o simplemente hablan por otros intereses que los patrios al tratar de asustar a la población con cuentos saturninos. Muchos confunden o manipulan los datos estadísticos de la industria petrolífera para establecer puntos de vista conflictivos. La mayoría nacional lee impertérrita e indocta las complejidades técnicas, confiando en aquellos analistas que más o menos expresan opiniones políticas afines. La verdad es que aquellos que ven la nacionalización del gas como el único camino de salida, justificados por largos años de fraude y decepción, se ven impelidos a argüir el tema político; mientras que los simpatizantes del mercado internacional se conforman con que los hidrocarburos sean un tema estrictamente económico-comercial, basándose en los triunfos del comercio internacional. Es el viejo argumento entre el pro-capitalista que usa lentes económicos y el socialista de visión exclusivamente política. Pero no es conveniente atascarnos en la izquierda o la derecha del asunto, sino ver hacia adelante donde está el pueblo y el futuro nacional de Bolivia.  

Por sobre el esquema numérico contable, tenemos la observación física de los recursos naturales. Por ejemplo, en los EEUU se estudia minuciosamente la geología de los recursos terráqueos sin excepción, para luego llegar a conclusiones comerciales o económicas adecuadas. El U.S. Geological Survey (USGS), es una agencia del gobierno estadounidense que, en el caso de los recursos energéticos mundiales, cuenta con 40 eminentes científicos dirigiendo la constante observación espacial, superficial y subterránea del planeta para luego publicar reportes científicos mundiales detallados– sin incluir a los EEUU. La ciencia en este caso es tan exacta que incluso enemigos políticos de los EEUU, como ser Irán y su Compañía Nacional de Gas Iraní se valen de estas y otras investigaciones para planificar su política energética, incluso con datos inconclusamente obtenidos. El sumario es claro en cuanto a las cantidades de petróleo convencional, gas, y líquidos de gas natural añadidas a las reservas mundiales en los próximos 20 años. Sin confundir con números, se puede observar que las reservas son enormes y se encuentran diseminadas por todos los continentes, con la existencia de focos de abundancia y focos de carencia igualmente distribuidos. Los grandes centros industriales del mundo desarrollado, principalmente EEUU, Europa, Japón y China, han acabado con sus reservas, o están en proceso de extinguirlas, o no les ha sido suficiente nunca.  Por otro lado, el apetito de estas mismas naciones es voraz, con la capacidad de acabar con las reservas de gas proyectadas del planeta en unos 60 años. Tan solo EEUU puede finiquitar las reservas peruanas en 4 años (el supuesto motor del "anillo energético" del sur.) Muchas áreas del mundo tienen larga historia de comercio energético a través de diferentes métodos y redes. Se ha logrado establecer mercados y sistemas de precio confiables, sobretodo cuando el comercio del gas es geográficamente paralelo al petróleo, como es el suministro de hidrocarburos al Japón desde Oriente Medio. No obstante, nuevas redes de distribución se empiezan a formar por la transformación del uso del gas en lugar del petróleo para responder las necesidades energéticas y ambientales del futuro. La inversión de $100,000 millones de dólares por los EEUU para financiar el “siglo del gas” es, irónicamente, un incentivo para crear una OPEP del gas, nuevamente encabezada por los países árabes, además de Rusia y otros frentes consolidados como ser el del cono sur, donde Bolivia jugaría un papel primordial. Además, este tipo de organización garantizaría precios más altos a las exportaciones extra-continentales. Los volúmenes globales esperados de “recursos por descubrirse” y las “adiciones a reservas existentes” pueden responder a las necesidades cuantitativas mundiales de energía por lo menos por 100 años si se administran con eficiencia.  

Una de las ventajas del gas es que se encuentra equitativamente distribuido en áreas continentales. Sudamérica cuenta con las reservas de  Venezuela en el norte, Perú y Bolivia en el centro y Argentina en el sur. Estas naciones afortunadas podrían tranquilamente abastecer las necesidades energéticas de las demás naciones del cono sur. Sin embargo, como lo sabemos, la integración no se lleva a cabo con el concurso de naciones libres y armoniosas que expresan deseos de hermandad y unión. Por muchos factores ya conocidos, es una especie de jungla donde se atan y desatan los más sórdidos arreglos entre unos y otros países.  El futuro nos depara incertidumbres, sobretodo en los mercados de consumo. La subida en la demanda argentina puede ser pasajera. Por otra parte, el Brasil puede frenar su demanda de gas boliviano, disminuirla, o desarrollar sus propios recursos energéticos. La estabilización de los mercados del gas a nivel mundial y la creación de carteles podrían elevar los precios exorbitantemente. El proceso de “re-nacionalización” boliviano de unidades petroleras como Andina, Chaco, y la unidad de transporte de gas y petróleo Transredes, empieza a tener resonancia internacional. En esta fase histórica, el estado boliviano pasa a ser dueño de toda la producción de hidrocarburos a boca de poso; mientras que la exploración, producción, transporte y comercio pueden ser solamente hechos por instituciones del gobierno u otros medios que garanticen la máxima transparencia y beneficio. Regalías, impuestos y las acciones del gobierno en la producción de hidrocarburos incrementará a 50 % del valor de los hidrocarburos. El gobierno, a través, de YPFB regulará y  firmará todos los contratos referentes a los hidrocarburos.  

El último reporte del Departamento de Energía de los EEUU implica, sin titubeos, que Bolivia se constituye como el lógico “hub” o eje central energético del cono sur. Para no discursar explicaciones rengas, bástenos el saber que nuestro dilema como nación, desde el punto de vista energético, es la ubicación geopolítica acompañada de tres cartas de juego: las extensas reservas de gas natural que hacen de Bolivia un país autosuficiente en energía y que nos dan la ventaja del tiempo, sobretodo con la posibilidad de precios más altos en el futuro próximo; la capacidad de diversificar las exportaciones como ser electricidad, servicios de telecomunicación, uso de vías de transporte continental, productos agrícolas, minerales, etc. ; y por último, y complementariamente,  su estratégica ubicación en el corazón del cono sur americano.  

Jaime Otero-Zuazo

http://web.supernet.com.bo/execlub/newsletter/jun28.htm

http://espanol.groups.yahoo.com/group/tribuna_boliviana/

http://bolivia.indymedia.org/es/2005/06/20322.shtml

http://www.masbolivia.org/articulos/anillo.htm